Etiquetas RFID: Qué son y para que sirven

Conceptos como digitalización, IoT, industria 4.0 y trazabilidad están ganando protagonismo en una amplia variedad de sectores. Una de las tecnologías clave que impulsa la trazabilidad y la digitalización de procesos es el RFID (Identificación por Radiofrecuencia), un sistema de comunicación inalámbrico basado en señales de radio.

Aunque existen distintos sistemas RFID, todos comparten cuatro componentes esenciales:

  • Etiquetas RFID: Se adhieren a los objetos para su identificación.
  • Lectores RFID: Capturan las señales de las etiquetas y las convierten en datos comprensibles para un ordenador.
  • Antenas RFID: Funcionan como intermediarias entre las etiquetas y el lector.
  • Software RFID: Gestiona y procesa la información obtenida del sistema.

Dado que en artículos anteriores ya hemos abordado el concepto general del RFID, en este análisis profundizaremos en las etiquetas RFID, explicando su composición y sus aplicaciones más comunes.

Con la constante evolución de la tecnología, surgen nuevas funciones y aplicaciones que transforman diversos sectores. Las etiquetas RFID, gracias a su versatilidad y facilidad de uso, se han convertido en una solución ideal para múltiples industrias. En esta ocasión, exploraremos en detalle su funcionamiento, estructura y las áreas donde se utilizan con mayor frecuencia.


¿Qué son las etiquetas RFID?

Las etiquetas RFID (Identificación por Radiofrecuencia) son dispositivos inteligentes diseñados para identificar productos y objetos de forma inalámbrica, garantizando su trazabilidad a lo largo de toda la cadena de suministro. A pesar de su pequeño tamaño, estas etiquetas pueden almacenar una gran cantidad de datos y transmitirlos mediante señales de radiofrecuencia, lo que permite su captura rápida y automática por parte de un lector RFID.

Gracias a su capacidad de almacenamiento y transmisión de información, las etiquetas RFID facilitan el seguimiento de un producto desde su origen hasta el punto de venta. Su uso es clave en la gestión de inventarios, reposición de mercancía y clasificación de productos, ya que permiten a los trabajadores acceder en tiempo real a los datos asociados a cada artículo.


Composición de una etiqueta RFID

Cada etiqueta RFID está compuesta por dos elementos esenciales:

  • Chip RFID: Almacena la información del producto.
  • Antena RFID: Permite la comunicación con el lector RFID.

La combinación de ambos se denomina inlay RFID, y es la base del sistema RFID. Para garantizar un rendimiento óptimo, es crucial seleccionar el tipo de etiqueta más adecuado para cada aplicación.


Tipos de etiquetas RFID

Las etiquetas RFID se diferencian principalmente por su fuente de alimentación, lo que determina su alcance y funcionamiento. Existen tres tipos principales:

  • Etiquetas pasivas:

    • No cuentan con fuente de alimentación propia.
    • Se activan mediante la energía de la onda de radio generada por el lector RFID.
    • Su rango de lectura varía entre 0 y 15 metros, dependiendo de la potencia del lector.
    • Son las más utilizadas debido a su tamaño reducido y bajo costo.
  • Etiquetas activas:

    • Incorporan una batería interna, lo que les permite transmitir señales constantemente.
    • Tienen un rango de lectura de hasta 100 metros.
    • Son más costosas debido a la batería y el transmisor que incorporan.
  • Etiquetas semi-activas:

    • Funcionan como una combinación de las dos anteriores.
    • Se activan con la señal del lector, pero cuentan con una batería que alimenta el chip.
    • Ofrecen un rango de lectura superior al de las etiquetas pasivas.
    • Su coste es mayor y su vida útil es más limitada debido al uso de batería.

La elección del tipo de etiqueta RFID dependerá de la aplicación específica y de las necesidades del sistema en términos de alcance, capacidad de almacenamiento y costo.